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(Voces del Sur) Opinión de invitado: Aumentar la autonomía financiera es una aspiración común del Sur Global

Carteles de bienvenida por la cumbre del BRICS adornan una calle de Río de Janeiro, Brasil, el 3 de julio de 2025. (Xinhua/Claudia Martini)

Por René Marcelo Romano Roque

Durante décadas, el dólar fue más que una moneda: fue la columna vertebral de un orden económico global que hoy muestra señales de fatiga. La inestabilidad política, las guerras comerciales y el desgaste del multilateralismo tradicional han abierto grietas profundas. En este contexto, la ampliación del BRICS a países del Sur Global es una respuesta directa al sistema financiero internacional que ya no responde a las necesidades de la mayoría. Y, para naciones como Bolivia, es también una apuesta urgente por decidir su futuro sin depender siempre de la divisa estadounidense.

Como es sabido, desde aquellos acuerdos de Bretton Woods en 1944, el dólar se ha erigido como el gran protagonista del comercio y las finanzas a nivel mundial. No solo es la moneda que la mayoría de los países guardan como reserva, sino que también otorga a Estados Unidos un poder enorme para controlar Gobiernos e impactar sobre aquellos que no se alinean con su política.

Además, con el dólar pueden definir quién accede a los mercados de dinero, aplicar castigos económicos a otros países y, en el fondo, imponer condiciones al desarrollo de los países instrumentalizando las reglas financieras internacionales.

Pero esta concentración de poder ha mostrado su lado más duro y coercitivo en momentos de crisis. En su dinámica de poder, los castigos económicos que se impusieron a países como Irán, Rusia o Venezuela demuestran que el dólar no es solo un billete, es una herramienta geopolítica. Para muchas economías emergentes, esta fuerte dependencia resta libertad a la hora de tomar decisiones propias importantes en temas económicos, comerciales, diplomáticos y muchos otros.

¿Qué gana el Sur Global?

Para países como Bolivia, que en los últimos años ha sufrido en carne propia la escasez de divisas estadounidenses y las dificultades para conseguir créditos internacionales por trabas políticas en la Asamblea Legislativa, la alianza con el BRICS abre nuevas posibilidades concretas.

En ese contexto, en el ámbito financiero, el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) puede otorgar créditos sin las duras condiciones que suelen imponer organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI). En consecuencia, esto permitiría financiar proyectos cruciales, el desarrollo de energías limpias o la construcción de infraestructura, con libertades para decidir cómo y dónde invertir.

En el plano del comercio exterior, si se intercambian bienes y servicios usando monedas como el yuan chino, la rupia india, el real brasileño o una nueva divisa común se podría reducir la presión del dólar. Esto, a su vez, haría que importar bienes de primera necesidad, como alimentos o insumos médicos, fuera más barato, dando un respiro vital a los países BRICS.

Y, en lo político, esta forma de cooperación también permitiría construir una integración mucho más sólida y basada en el respeto mutuo, sin imposiciones externas ni soluciones únicas que no encajan con la realidad. La idea es avanzar juntos, celebrando la diversidad, con propuestas que realmente se ajusten a las realidades y necesidades de los pueblos del Sur Global.

Oportunidades y desafíos

Los países son conscientes de que deshacerse de la dependencia del dólar no es una tarea sencilla para construir un nuevo orden alejado de la divisa norteamericana, pero ese es el gran desafío a superar, en este bloque de integración, para seguir creciendo.

Aunque el BRICS avanza, la divisa estadounidense sigue siendo muy influyente en el mundo, porque mueve el 49 por ciento de las transacciones globales y representa el 58 por ciento de las reservas que los países guardan para tiempos difíciles.

Es fundamental fortalecer el comercio entre los propios países del grupo para diversificar las relaciones económicas dentro del BRICS y evitar que el peso de las grandes potencias internas reproduzca una supremacía similar a la que ejerce Estados Unidos en el sistema financiero global. Asimismo, resulta imprescindible crear instituciones sólidas y confiables, que generen seguridad y respaldo para cualquier nueva moneda o sistema de pagos.

¿Un nuevo orden monetario?

El ingreso de nuevos países refleja un creciente apetito global por alternativas de un nuevo orden monetario más equitativas.

En un mundo donde el dólar ya no representa estabilidad ni neutralidad, el BRICS tiene la responsabilidad histórica de proponer un nuevo camino. Uno donde el comercio, el desarrollo y la cooperación no estén sujetos a los intereses de las potencias tradicionales, sino al bienestar de las mayorías del Sur Global.

La transformación del sistema monetario internacional aún no está escrita, pero las grietas en el orden vigente son evidentes. Si el BRICS consolida su institucionalidad, su cohesión interna y su visión de largo plazo, podrá constituirse en el eje de una nueva economía mundial más justa, diversa y democrática.

(René Marcelo Romano Roque es consultor de proyectos de la Fundación «Raíces Vivas Bolivia», exproyectista en comercio exterior de la estatal Administración de Servicios Portuarios de Bolivia y otrora presidente del directorio de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones S.A.)

(Las opiniones expresadas en este artículo son del autor y no necesariamente reflejan la postura de la Agencia de Noticias Xinhua)

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