Por Yi Fan
Hace más de 1.800 años, el emperador romano Marco Aurelio escribió en su obra «Meditaciones»: «Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no la verdad».
Si bien se trata de una profunda reflexión del autor sobre la brecha entre la percepción subjetiva y la realidad objetiva, y un lamento de los límites del entendimiento humano, constituye una dura advertencia en el contexto actual de desinformación generalizada sobre China.
Mucha gente cree que su conocimiento de un país lejano es tan completo como el de su vecino de al lado. Puede que no sea así. Esta confianza es particularmente peligrosa cuando el público y los funcionarios gubernamentales, y las políticas que formulan, están mal informados por informes académicos y noticias que parecen objetivos.
Según un estudio reciente de la Corporación RAND, un think tank estadounidense, titulado «Estabilizando la rivalidad entre Estados Unidos y China», algunos expertos y académicos estadounidenses, entre ellos exfuncionarios y autoproclamados «conocedores de China», tienden a traducir e interpretar incorrectamente los documentos oficiales de China, lo que afecta negativamente la percepción pública del país asiático, e incluso la formulación de políticas.
¿ES CHINA REALMENTE «BELICOSA»?
Algunos académicos chinos han planteado: «Tenemos sistema social e ideología totalmente diferentes a los de países occidentales, por lo que nuestra lucha y competencia con ellos serán prolongadas, complejas e incluso sumamente agudas». Esta visión académica quiere enfatizar la importancia de mantener la seguridad política y fortalecer la capacidad de prevenir riesgos, un objetivo perfectamente normal para cualquier nación. Sin embargo, ciertos «conocedores de China» tergiversan esta idea, afirmando que China busca impulsar una «confrontación violenta» con países ideológicamente «disidentes». Aunque China reconoce que existen diferencias ideológicas, nunca las considera un obstáculo para la coexistencia pacífica y el aprendizaje mutuo, ni mucho menos un motivo de confrontación.
Otro ejemplo es la traducción del término chino «fabao» a una frase inglesa más agresiva, «arma mágica», para caracterizar a China de forma belicosa. Originalmente referido a objetos rituales budistas, el término «fabao», en el léxico chino contemporáneo, se utiliza para describir una herramienta, método o experiencia eficaz. En los documentos oficiales de China, aparecen con frecuencia expresiones como «mantener la mentalidad de buscar la verdad en los hechos y fomentar el emprendimiento y la innovación representan un importante fabao para cosechar constantemente nuevos éxitos en la causa de nuestro Partido». En el contexto político chino, este término ahora se refiere a la experiencia y los métodos de gobernanza altamente valorados, sin ningún añadido de «arma».
Quienes realmente comprenden a China saben que, desde tiempos antiguos, los chinos ya se han identificado con valores como «amor universal» y «rechazo a la agresión». Hoy, este legado se manifiesta en nuestros conceptos del «mundo como familia» y la «comunidad de futuro compartido de la humanidad». La nación china nunca ha tenido el gen confrontativo o belicista.
¿ES CHINA REALMENTE «EXPANSIONISTA»?
El informe del XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China planteó «hacer del Ejército Popular de Liberación (EPL) de China uno de primer orden mundial», con el fin de construir un país socialista moderno en todos los aspectos.
No obstante, al ver la frase «de primer orden mundial», algunos académicos estadounidenses, proyectando en China su propia mentalidad de que «ser grande es ser hegemónico», acusan al país asiático de «construir una capacidad militar de proyección global». A su parecer, «la frase intenta reflejar el supuesto objetivo de China de ampliar su presencia militar más allá del este de Asia, posicionando al EPL de China como competidor de Estados Unidos».
La verdad es que, en última instancia, China busca llevar a buen término sus propios asuntos, en vez de interferir en los de otros países, ni mucho menos ejercer la hegemonía en el mundo.
En materia de paz y seguridad, China tiene el mejor historial entre los grandes países. Aplica una política de defensa nacional de naturaleza defensiva y se adhiere a una vía de desarrollo pacífico. China nunca ha arrebatado ni un ápice de territorio a otros en el pasado, ni recurrirá a la expansión externa o el belicismo en el futuro.
¿ERROR INVOLUNTARIO O INTENCIÓN MALICIOSA?
¿Son estas interpretaciones equivocadas errores involuntarios resultantes de un conocimiento superficial de China? Algunas de ellas, quizás. Pero, como señala la Corporación Rand en su informe, estas tergiversaciones sobre las políticas de China se deben a que «varios de los autores también han traducido términos chinos con alternativas en inglés más agresivas de lo que las fuentes originales en el idioma chino pueden implicar».
En el actual entorno político estadounidense, «ser duro con China» se ha convertido en una postura políticamente correcta, es un atajo para atraer la atención y crear sensación, mientras que el análisis objetivo y racional suele pasar desapercibido.
Por lo tanto, algunos académicos, que buscan «contener a China» en nombre de «conocer a China», a veces, incluso, se esfuerzan por inventar pruebas para corroborar sus teorías, bajo la presunción de una amenaza. Con tales intenciones, su traducción e interpretación del chino no podrían estar más lejos de la verdad.
¿CÓMO TENER UNA PERCEPCIÓN CORRECTA SOBRE CHINA?
Algunos podrían argumentar que mil lectores ven mil Hamlets, así que ¿por qué debe ver China desde un único ángulo?
De hecho, comprender China es como apreciar una gran pintura: uno puede tomar distancia para contemplar la composición general y saborear la fuerza de su belleza, o acercarse para estudiar las pinceladas y el uso de los colores. Sin embargo, hay que mirar la obra maestra original, no la falsificación y, lo que es más importante, no a través de una lente distorsionada.
Para los funcionarios responsables de formular políticas, la percepción estratégica es el «primer botón» en los lazos China-Estados Unidos que debe abrocharse bien. Una percepción estratégica correcta les ayuda a tomar decisiones bien informadas, en lugar de desinformadas. De lo contrario, la relación bilateral corre el riesgo de desviarse de su curso.
Para los expertos y académicos, la integridad académica y el profesionalismo son fundamentales. Las afirmaciones sensacionalistas a gastos de la precisión, aunque pueden generar revuelo temporal, acabarán siendo relegadas al basurero de la historia. Para comprender a fondo China, es necesario sumergirse en ella, entender las fuentes con precisión, analizarlas de manera objetiva y llegar a conclusiones sólidas.
Para los profesionales de los medios de comunicación, la veracidad, la precisión, la objetividad y la imparcialidad son indispensables. China no es perfecta, tiene sus propios problemas y acoge con agrado las críticas constructivas. Los medios de comunicación tienen la responsabilidad de presentar una China real, multidimensional e integral, en lugar de enfocarse solo en los fragmentos seleccionados con conveniencia para respaldar ciertas narrativas. Deben esforzarse por ayudar al público a ver los hechos, no una verdad distorsionada.
El camino hacia la comprensión de una civilización diferente a la propia es largo y requiere paciencia, respeto y aprecio. Pero merece todos nuestros esfuerzos.
(Yi Fan es observador de asuntos internacionales radicado en Beijing)
(Las opiniones expresadas en este artículo son del autor y no necesariamente reflejan la postura de la Agencia de Noticias Xinhua)
