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(Multimedia) Especial: Traslado de guanacos busca restaurar fauna y turismo responsable en cordillera andina de Chile

Imagen del 17 de octubre de 2025 de guanacos vistos en el Santuario Lagunillas, en la Región Metropolitana de Santiago, Chile. (Xinhua/Jorge Villegas)

Por Cristóbal Chávez Bravo

SANTIAGO, 5 nov (Xinhua) — En la porción de la cordillera de Los Andes de la Región Metropolitana de Chile, un grupo de guanacos o camélidos andinos merodea por un área resguardada, justo donde estaban extinguidos, pero organizaciones medioambientales y gubernamentales los reinsertaron para su reproducción, y los transformaron así en un símbolo de la protección del ecosistema.

A unos 1.800 metros sobre el nivel del mar, en esta portentosa cordillera que enarbola América del Sur, está enclavado el área de cuidados de guanacos del Santuario Lagunillas.

La hembra de estos camélidos salvajes, de un metro y medio de altura y unos 50 kilos de peso en promedio, resalta por su tierna mirada y pestañas largas, una expresión que encandila a quienes la observan, aunque no amilanó a los cazadores que las mataban.

Sumado a las jaurías de perros y a las garras de los pumas, el guanaco se extinguió en la Región Metropolitana chilena, por lo que la Universidad de Chile y la Red de Santuarios del territorio, con el apoyo de la Fundación Rewilding Chile, el Gobierno Regional de Santiago y la empresa Sopraval, dispusieron un proyecto para repoblarlo.

La ecologista chilena Sara Larraín es parte del equipo del Santuario Lagunillas, donde hay seis guanacas resguardadas en un área de media hectárea, rodeadas por altas rejas y un cerco eléctrico que funcionan con paneles solares en una zona de alta radiación, lo que evita que ingresen los verdugos del mamífero andino.

«El golpe eléctrico los aturde, pero no daña», mencionó a Xinhua la ecologista chilena respecto a los depredadores de estos camélidos.

Larraín se preocupa de las guanacas como si fueran sus mascotas, al mencionar que el proyecto no solo busca repoblar al mamífero en la región Metropolitana de Santiago, sino también restaurar los ecosistemas de la montaña e impulsar el turismo de naturaleza responsable con el guanaco como símbolo.

La entrevistada abundó que el cambio climático también ha afectado «fuertemente» a este ecosistema cordillerano, debido al aumento de la temperatura y la reducción del agua.

«Pero si nosotros logramos mantener las vegas (humedales), y como están a una altura bastante alta, los guanacos no van a tener problemas porque comen poco y tienen una gran capacidad de resiliencia», indicó Larraín, quien también es presidenta de la Red de Santuarios de la región Metropolitana.

En el Santuario Lagunillas trabajan varios cuidadores, entre ellos Exequiel Andrade, un hombre de 64 años que no oculta su linaje de arrieros, entre ellos su padre.

«Me hace sentir muy orgulloso cuidar a los guanacos», comentó Andrade, quien no satanizó la figura del carnívoro puma, al realzar la grandeza de ese animal y señalar que «así es la naturaleza», pues el verdadero enemigo «es el cazador humano».

Los guanacos del santuario son parte de los 16 trasladados desde la finca rural El Trapiche de Longotoma, en la zona central de Chile, hasta los tres santuarios de naturaleza de la Región Metropolitana, entre ellos el de Lagunillas.

El Santuario del Plomo, en Lo Barnechea, una comuna en el área metropolitana que es un 96 por ciento de montañas, recibió los guanacos machos, en espera a diciembre venidero para reunirlos con las hembras y conseguir su apareamiento.

Si todo sale como se ha planeado, luego de 11 meses de gestación, los partos ocurrirán para la estación de primavera, una época de abundancia en la cordillera andina de Chile.

«Transformar al guanaco usándolo como especie bandera de nuestra cordillera central y como un atractivo turístico de relevancia, va a hacer que otros ganaderos que hoy en día viven de esa trashumancia de veranada dejen de traer el ganado, porque para ellos es mucho mejor el turismo a través de la presencia de estos animales icónicos», reflexionó a su vez el veterinario Alfonso Campos.

El veterinario, quien administra con su familia el Santuario del Plomo, agregó que los primeros cuatro años del programa serán solo para la reproducción y lograr así una tropilla mínima de liberación.

Campos mencionó que los guanacos son los «jardineros del ecosistema» porque podan y le dan forma a la naturaleza cuando comen arbustos, además de que sus fecas son ricos abonos que aportan semillas.

Por su parte, el director de Vida Silvestre de la Fundación Rewilding Chile, Cristián Saucedo, comentó que los 16 guanacos serán parte del «núcleo fundador» de un programa de conservación a largo plazo para que vuelvan a ocupar y utilizar áreas desde donde desaparecieron.

En tanto, el coordinador del proyecto, Benito González, profundizó que este animal cumple un rol «fundamental» en la dinámica de los ecosistemas altoandinos.

«Su repoblamiento no solo aporta a la biodiversidad, sino también ayuda a mantener vegas, praderas y humedales, ecosistemas frágiles que dependen de su presencia», consideró el también académico e investigador de la Universidad de Chile.

«Este esfuerzo marca un hito para recuperar la función ecológica de una especie clave en la zona central de Chile», complementó.

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