Por Carina López y Pool Contreras MÉXICO, 31 jul (Xinhua) — En un espacio natural conformado por flora endémica de Xochimilco, en el sureste de la Ciudad de México, jóvenes y niños observan atentos el ir y venir de diminutos insectos polinizadores que, aunque no producen miel ni tienen aguijón, cumplen una función vital para la vida: las abejas silvestres. A través del circuito educativo «Tras el vuelo: sendero de abejas silvestres», actividad impulsada por la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema), los visitantes aprenden que estos insectos no solo polinizan cultivos y flores urbanas, sino que revelan el estado de salud del ecosistema. Las abejas silvestres desempeñan un papel ecológico fundamental, que suele pasar desapercibido, pues su presencia está asociada a la polinización, así como a entornos agrícolas más sanos y equilibrados, lo que favorece prácticas sostenibles. Hayden Arenas Jiménez, encargado del área de apicultura en el Centro de Cultura Ambiental Acuexcomatl (Xochimilco), sitio en el que se realiza esta experiencia inmersiva, comentó a Xinhua que la actividad permite a los jóvenes conectar de manera directa con la naturaleza urbana, fomentando en ellos un sentido de responsabilidad y cuidado hacia los ecosistemas de las grandes ciudades. «Las abejas silvestres, su papel es muy importante porque sin ellas depende hasta un 80 por ciento nuestro alimento real. Estamos acostumbrados a ver a la abeja de la miel; sin embargo, las abejas nativas tienen un papel muy importante en la reproducción de las plantas», dijo Arenas Jiménez. De acuerdo con el apicultor, una de las características que hacen únicos a estos insectos es su capacidad de adaptación a condiciones extremas de temperatura y humedad, gracias a estas cualidades, esta especie logra sobrevivir en entornos adversos, lo que convierte a las abejas silvestres en aliadas clave para mantener la estabilidad de los cultivos ante los efectos del cambio climático. «Es muy importante porque nos despierta la curiosidad y nos involucra en la conservación. Si no conocemos una especie, no nos va a interesar conservarla, pero si nosotros ya sabemos algo de ella o que está a nuestro alrededor, ya tenemos ese hilito en donde decimos: tengo que conservar tal planta porque sé que viene un visitante, ya sea nocturno o del día, y es muy favorable en mi entorno estarla cuidando», declaró el también coordinador del área de apicultura. En esta vivencia sensorial, los asistentes recorrieron los jardines del Centro de Cultura Ambiental, donde, con apoyo de lupas y bajo la guía de especialistas, observaron de cerca a las abejas silvestres, y apreciaron su labor fundamental en la polinización y en la conservación de especies vegetales. Según datos de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México, promotor del sendero educativo, en la capital mexicana se han registrado más de 100 especies de abejas silvestres, muchas de las cuales no producen miel; algunas son solitarias, no pican, anidan en suelos, tallos o cavidades naturales, lo que las convierte en indicadores de salud ambiental. «Al compartir esta información a los niños, principalmente, quedan emocionadísimos porque les abre un mundo totalmente nuevo, dejan de ver especies comunes y conocen diversidad de abejas de colores, de comportamientos, e igual del verdadero peligro de la desaparición de las abejas», agregó Arenas Jiménez. En este sentido, Fernanda Alquicira Molina, adolescente que radica en Xochimilco, una de las zonas ecológicas más importantes de la Ciudad de México, afirmó que este taller le permitió adquirir nuevos conocimientos y profundizar en el mundo de las abejas, un tema que le apasiona desde niña. «El mundo de las abejas siempre me ha parecido muy fascinante; primero, enfocándome desde la botánica, pero ya después fue interesante por los polinizadores. Entonces, es maravilloso ver todo este mundo de las abejas. Me sorprende decir desde cuándo existen, desde antes de los dinosaurios, me dijeron», expresó a Xinhua la estudiante de secundaria. La joven estudiante se mostró interesada en que este conocimiento se difunda en más regiones de la Ciudad de México y del país, pues con ello se podría fortalecer el compromiso colectivo con la conservación del medio ambiente. «Es una experiencia que no se pueden perder, es algo que tenemos que conocer. Tenemos que aprender del tema para amar a nuestra madre naturaleza, que es de donde nosotros venimos», concluyó Alquicira Molina. Xochimilco, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1987 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), es un refugio clave para numerosas especies endémicas y un espacio vital para la conservación de la biodiversidad en medio de una de las metrópolis más grandes del mundo. Fin

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