Economía

SEGURIDAD INTEGRAL/ Seguridad y juego

Por Arturo Ortiz, CEO de CIPI Group, empresa de entrenamiento en seguridad integral

La gamificación se convierte en una tendencia clave en los entrenamientos de seguridad física y patrimonial dentro de las empresas. No se trata solo de convertir el aprendizaje en algo “divertido”, sino de transformar la cultura de prevención en una experiencia inmersiva, emocional y memorable.

Gamificar la capacitación no es un capricho, sino una coreografía entre pedagogía, psicología y cultura organizacional que permite vencer la resistencia emocional.

Los temas de seguridad suelen generar ansiedad, rechazo o apatía. El juego entonces suaviza el umbral emocional y permite que el contenido se reciba sin defensas. En vez de activar el miedo, se genera curiosidad. Quien se entrena no se siente juzgado, sino retado.

El juego también permite fomentar la participación. Convierte al usuario en protagonista: toma decisiones, enfrenta dilemas, acumula logros. Esto genera mayor retención del conocimiento que una capacitación pasiva o meramente informativa.

Asimismo, logra simular escenarios sin riesgo real. Los entornos lúdicos permiten ensayar respuestas ante incendios, robos, ciberataques o acoso sin consecuencias reales. Es una forma de ritualizar el peligro, de domesticarlo simbólicamente.

Asimismo, la gamificación permite construir la cultura organizacional. Los juegos pueden incorporar valores, narrativas y símbolos propios de la empresa. Así, la seguridad deja de ser una imposición externa y se vuelve parte del ethos colectivo.

Los sistemas gamificados también permiten registrar avances, detectar errores comunes y ajustar contenidos.

La lúdica se vuelve también herramienta de diagnóstico.

Gamificar la seguridad es una forma de reconciliar lo técnico con lo humano. El juego no trivializa el peligro: lo transforma en experiencia, lo vuelve narrable, lo convierte en memoria compartida.

La gamificación en riesgos laborales permite mayor implicación emocional: los retos lúdicos despiertan curiosidad y compromiso, lo que genera una cultura de seguridad más viva. Aprendizaje seguro y realista: los empleados enfrentan simulaciones de incendios, derrames o fraudes sin riesgo real, pero con alto impacto simbólico. Mejor retención de conocimientos: lo vivido se recuerda más que lo escuchado. Las dinámicas gamificadas fijan conceptos éticos y operativos en la memoria.

También logra la evaluación inmediata: las plataformas permiten retroalimentación en tiempo real, lo que afina la toma de decisiones.

Fomento de corresponsabilidad: al jugar en equipo, se refuerza la idea de que la seguridad es tarea de todos.

Aunque la gamificación comenzó en áreas como salud ocupacional, hoy se extiende a la seguridad patrimonial, digital y reputacional, especialmente en empresas que buscan blindaje desde la cultura. Se usa para entrenar sobre protección de datos, manejo de información sensible, prevención de fraudes y vigilancia ética.

Para más información: www.grupocipi.net y al teléfono 561 181 78 75

Categoria
Economía